Cuando estás sentada y pones el bolso en el asiento de al lado, ten por seguro que nadie se va a sentar a tu lado. No sé si por vergüenza o por qué, pero nadie se atreve a decirte: ¿Te importa quitar el bolso?. La gente prefiere recorrerse el autobús entero, antes que decírtelo. Una vez que el autobús está lleno y hay alguien dispuesto a sentarte a tu lado, te mira y hace un gesto con la cabeza. Con esto sobreentiendes que tienes que quitar el bolso. Esto pasa en el bus que va a la universidad, es decir, que el 89% son jóvenes. Otras veces pasa que todos nos apiñamos al principio del autobús y no puedes moverte. Pero, conforme pasan las paradas la gente se va bajando y quedan asientos libres, pero el principio sigue estando a reventar. Nadie se atreve dar codazos a la gente para ir hacia los asientos libres (yo sí. Esto me ocurrió ayer mismo).
Otra situación curiosa en un bus cualquiera. Algunos buses llevan asientos de persona y media. Ese medio hueco, también lo aprovechas para poner una carpeta o algo. Pero en muchas ocasiones, llega una señora mayor y te dice que la quites y se sienta en ese medio hueco cuando el autobús va medio vacio. Vas todo el camino apretujada sin poder respirar. O, cuando vas en asientos normales, se sienta una señora al lado y te cuenta su vida.
Dos situaciones contradictorias. Por una parte, jóvenes reacios a tratar con los demás y que buscan el individualismo dentro del bus y por otro, mujeres mayores que buscan el contacto con otras personas y alguien con quien charlar.
Esta es la sociedad de hoy en día.
María
